El pasado miércoles 6 de marzo, se presentó en Valencia, en el Hotel Meliá el partido Sociedad Civil y Democracia (SCD). Seríamos unas 100 personas, no más, pero un Éxito, si se tiene en cuenta que ese día y a esa hora jugaba el Valencia, y ya se sabe, que el fútbol rige nuestras vidas ("Pan y Circo"). La verdad es que esto fue un fallo importante de planificación, y una lástima, porque mucha gente se perdió un estupendo, estupendísimo evento cívico. Si alguien está interesado, yo recomiendo ver la entrada que ha hecho http://lajusticiacomoequidad.blogspot.com.es aquí, muy seria y con gran criterio, porque la mía es más personal y literaria.
Yo no me lo perdí. Estuve allí, disfruté muchísimo y en algún momento, hasta me emocioné por algo que dijo el Sr. Conde y que yo he vivido y me ha afectado directamente., referente al poder judicial y a su supuesta "independencia".
La introducción corrió a cargo de Ramón Guillén, joven y entusiasta Consejero de Dirección, (Bieeeennnnn), que dio paso a Daniel Movilla, Secretario general del partido, que habló acerca de la prohibición del mandato imperativo en la Constitución, que para entendernos, supone que cuando votamos y elegimos a un diputado, éste no nos debe nada, no tiene que darnos ninguna explicación de lo que hace, ni nos pregunta a los electores que queremos o que necesitamos. Únicamente está sometido a la disciplina de su partido, con lo que cabría preguntarse: ¿Para que pagamos a tanto diputado?
Y llegamos a donde yo quería llegar: Mario Conde, Presidente de SCD. El escenario (un atril y un cartel) no podía ser más austero y escaso de parafernalia, ni falta que le hacía, cuando alguien tiene carisma, lo llena todo. Como yo no voy a ceñirme a enumerar las propuestas del partido, aconsejo visitar su web http://www.scd.es. Lo que si eché de menos, fue la presencia de medios de comunicación. No hubo ni un mal periodista ni una "mala" televisión, ni siquiera nuestra autonómica Canal 9 (como si ésta tuviera mejores cosas que hacer je je je).
Cuando Mario Conde tomó posesión del atril, allí no se escucho ni una mosca. El silencio fue absoluto. La voz, en un inicio intimista del Sr. Conde, lo llenó todo. No se cuanto tiempo estuvo hablando, pero fue bastante, aunque creo que a todos se nos hizo corto. A mi por lo menos. Comenzó hablando de su pasado, y esa es la parte que yo mejor conozco, porque debemos ser más o menos de la misma edad (bueno, yo soy más joven), y por razones que no vienen al caso, le seguí bastante de cerca. Con 24 años aprobó la oposición más difícil de las consideras de élite Fue Abogado del Estado con el nº 1 de su promoción, trabajó con Juan Abelló en la industria farmacéutica, y luego llegó Banesto y toda la vorágine, cárcel incluida, por no hablar de la dolorosa perdida de su primera mujer Lourdes Arroyo, pero esto lo sabe todo el mundo y está en todas sus biografías.
Yo no quiero entrar ahí. Eso es el pasado, y por supuesto, ha dejado una huella en su vida ¡Como no! Lo que voy a contar es una tontería sin importancia: Como y donde conocí a Marío Conde en algún momento de los 80:
Cuando empiezo a oír hablar de Mario Conde, estaba recién casada con un "brillante" (pero menos), ganador de otra de las oposiciones de élite de este país (omito por privacidad). Ni que decir tiene, que ni había ni hay comparación posible, a no ser por el esfuerzo que supone sacar una de esas oposiciones y que también lo hizo en un tiempo récord. Cuento ésto, porque por aquel entonces, estaban muy de moda las sevillanas, y cualquiera que quisiera ser cool (como se diría ahora), tenía que saber bailarlas aunque fuera mal, y acudir a las famosas salas rocieras que proliferaron como hongos. El señor Conde no fue menos, ni yo tampoco.
Para poder ir a bailar tranquilamente con sus amigos, Mario Conde montó en la calle Lopez de Hoyos de Madrid (muy cerca del primer VIPS que se abrió en España, y también punto de encuentro madrileño), una sala rociera. Creo recordar que se llamaba El Portón, y que en algún momento se abrió al publico, o por lo menos, a cierto público, o con invitación, eso no lo recuerdo bien, porque ha pasado mucho tiempo. Lo cierto, es que una noche, con mi "difunto" marido y sus colegas de profesión, acompañados de sus orgullosisimas y ostentosas esposas, fuimos a ese centro de culto al poder y a las sevillanas (os prometo, que mi ironía es con cariño, aunque sin nostalgia). Por supuesto, alguien de nuestro grupo conocía al Sr. Conde (seguramente más de uno, y por eso estábamos allí), y todos fuimos presentados. Mario Conde estaba en todo su esplendor. Irradiaba encanto, magnetismo, poder, ...... Podría seguir, pero para que, todos me entendéis.
Como he dicho, yo era muy joven, (guapísima según mi padre), bailaba sevillanas bastante mejor de la media habitual (yo diría que las bailaba de escándalo, pero voy a ser modesta), y .....
¡Lo conseguí! Bailé unas sevillanas con Mario Conde.
El nunca lo recordará, y yo nunca lo olvidaré.
Un beso para todos.
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