Yo me fui haciendo mayor, y la casa se fue haciendo más vieja. Mi abuelo falleció muy joven, y la casa paso a pertenecer a mi padre y a mis tíos. Aparentemente, todo seguía igual, seguíamos yendo todos los veranos, se montaban las mismas broncas, y disfrutábamos lo mismo, pero hubo cambios. Al no haber un solo propietario, sino varios, nadie quería invertir un duro en el mantenimiento, y se hacía lo mínimo. También hubo una especie de división tácita de la casa. Cada familia se adjudicó unas habitaciones concretas, e incluso en la cocina, ya no se hacía comida para todos, sino que cada tata cocinaba siguiendo las instrucciones de su señora, pero fueron cambios menores, porque la vida que hacíamos, era la misma de siempre.
En este pueblo, los veranos y los veraneantes, también cambiaban poco de un año para otro. Cuando llegabas, sabías que te ibas a encontrar con la misma gente, que se iban a hacer las mismas cosas, y que durante el invierno, aunque vivieras en la misma ciudad, no ibais a veros, pero eso formaba parte del encanto.
Había varias pandillas, que tenían poco o ningún contacto entre ellas. A pesar de que se pueblo era pequeño, si pertenecías a una, estaba muy mal visto que te cambiaras. Yo creo que la mía era la mejor. Eramos los de siempre. Nuestros padres se conocían, porque ellos también habían ido siempre, y las familias eran las de siempre, y vivíamos en las casas de siempre. Eso me daba una libertad añadida de cara a mi madre, que se quedaba más tranquila si sabía que salia con el hijo de los Fulanez, y que tu amiga era la hija de los Menganez, como si ero fuera una garantía para que no pasara lo que desde luego pasaba: Que ligábamos entre nosotros como desesperados.
Mi madre de todas maneras, si en algún momento salía con alguien nuevo, me sometía a unos interrogatorios, que ríete de la gestapo. Eran auténticos tercer grado: De que familia es, a que se dedica su padre, cuantos hermanos son, donde viven en Madrid, a que colegio va, que va a estudiar de mayor, o que está estudiando, si ya era universitario (en esto mi madre era una autentica obsesa para descubrir si era un "buen partido", si pertenecía a una familia "de las de siempre", o si eran unos "parvenues"), lo cual, a mi me importaba muy poco si el chico me gustaba, y además yo tenía un especial talento para enamorarme de absolutos desconocidos. Para que me dejara en paz, me inventaba genealogías estupendas que le contaba a mi madre, y así me dejaba salir tranquila con mi ligue del momento.
Pero volviendo a mis veranos, no puedo dejar de acordarme de que allí fueron mis primeras experiencias amorosas; las primeras "manitas", el primer beso, esos guateques en jardines oscuritos, con musica francesa (entonces era lo que se llevaba), Sacha Distel, Adamo, Silvie Vartan, Johnny Halliday, Charles Aznavour, Gilbert Becaud, y tantos con los que bailábamos "haciendo caritas".
Tenía que estar en casa antes de las 10, y como me daba miedo ir sola, siempre me acompañaba mi ligue de ese verano. Mi casa quedaba lejos, y ese camino lo disfrutábamos mucho, porque era el único momento que estábamos solos. A lo más que llegábamos era a cogernos de la mano, y yo no me atrevía ni a rascarme para que no me soltara. Eramos de una inocencia enorme.
Todos los viernes por a noche, se hacía una verbena en el pueblo, tocaba la banda municipal, y bajábamos todos, veraneantes y autóctonos. Se llamaba la Chundarata, y expresa muy bien lo que era, un chunda, chunda, pero me encantaba ir. Siempre, la última "pieza" que tocaban, era una jota castellana que se llama "La respingona", y que se baila de dos en dos, pero en rueda, quiero decir que no estas parado en un sitio, sino que vas dando vueltas alrededor del templete de la música. Acabo de entrar en wikipedia, y me he emocionado escuchándola, y eso que sólo era la música, sin la letra, que nosotros la cantábamos a voces mientras bailábamos.
A mis padres no les gustaba nada dejarme salir por la noche, y yo tenía que ingeniármelas para ir a la chundarata. Casi siempre recurría a las chicas que trabajaban en casa, para que hablaran con mi madre y se hicieran responsables de mi, aunque cuando llegábamos a la verbena nos separábamos y quedábamos en algún sitio para volver juntas. A cambio, yo les cubría a ellas otras veces.
Pues en este ambiente, tuve mi primer beso. Yo tenía 13 años, y como era muy mala estudiante, mi padre me matriculaba en una especie de academia de verano, donde por las mañanas nos repasaban las asignaturas suspendidas para poder aprobar en septiembre. Ese año, había un chico en la academia que era nuevo. Era la primera vez que venía a veranear allí (también fue la última). Se llamaba Kiko, y "era mayor". Tenía 17 años, era muy pijito, y "con experiencia". Me da risa recordar como me impactó. Era nuevo, atractivo, mayor, y como no conocía a nadie, era mio. Luego me di cuenta, que me utilizó para que le diera entrada en mi pandilla, y eso me dolió mucho, pero la verdad, es que se lo curró. Una tarde me invitó al cine (eso era muy raro, porque allí cada uno se pagaba lo suyo, pero supongo que quería impresionarme), a ver La Gran Evasión, con Steve Mcqueen (que pasada de actor y de hombre, que pena que murió tan joven, aunque así siempre será joven en mi memoria), y estuvimos toda la peli haciendo manitas.
Una tarde, por fin me decidí a llevarlo a un guateque, y fue muy bien recibido por toda la pandilla, pero sobre todo, por las chicas, que las muy lobas se lo comían. Cuando fue la hora de irme a casa, al pasar por una zona oscura, me abrazó, y me dijo que entreabriera la boca. Yo me moría por que me besara, y me temblaba todo el cuerpo. Entonces, sucedió, me pegó un beso de película. Aún lo recuerdo, no por que fuera el mejor, sino porque eso marcó un antes y un después en mi vida, y también porque como ya le había presentado, ya no me necesitaba, con lo que a partir de ese día, se dedicó a ligar con todas y ahí me quedé yo compuesta y sin ligue. Vamos, que fue debut y despedida, je je je .
Hoy me despido, mañana más, que seáis muy felices
Tenía que estar en casa antes de las 10, y como me daba miedo ir sola, siempre me acompañaba mi ligue de ese verano. Mi casa quedaba lejos, y ese camino lo disfrutábamos mucho, porque era el único momento que estábamos solos. A lo más que llegábamos era a cogernos de la mano, y yo no me atrevía ni a rascarme para que no me soltara. Eramos de una inocencia enorme.
Todos los viernes por a noche, se hacía una verbena en el pueblo, tocaba la banda municipal, y bajábamos todos, veraneantes y autóctonos. Se llamaba la Chundarata, y expresa muy bien lo que era, un chunda, chunda, pero me encantaba ir. Siempre, la última "pieza" que tocaban, era una jota castellana que se llama "La respingona", y que se baila de dos en dos, pero en rueda, quiero decir que no estas parado en un sitio, sino que vas dando vueltas alrededor del templete de la música. Acabo de entrar en wikipedia, y me he emocionado escuchándola, y eso que sólo era la música, sin la letra, que nosotros la cantábamos a voces mientras bailábamos.
A mis padres no les gustaba nada dejarme salir por la noche, y yo tenía que ingeniármelas para ir a la chundarata. Casi siempre recurría a las chicas que trabajaban en casa, para que hablaran con mi madre y se hicieran responsables de mi, aunque cuando llegábamos a la verbena nos separábamos y quedábamos en algún sitio para volver juntas. A cambio, yo les cubría a ellas otras veces.
Pues en este ambiente, tuve mi primer beso. Yo tenía 13 años, y como era muy mala estudiante, mi padre me matriculaba en una especie de academia de verano, donde por las mañanas nos repasaban las asignaturas suspendidas para poder aprobar en septiembre. Ese año, había un chico en la academia que era nuevo. Era la primera vez que venía a veranear allí (también fue la última). Se llamaba Kiko, y "era mayor". Tenía 17 años, era muy pijito, y "con experiencia". Me da risa recordar como me impactó. Era nuevo, atractivo, mayor, y como no conocía a nadie, era mio. Luego me di cuenta, que me utilizó para que le diera entrada en mi pandilla, y eso me dolió mucho, pero la verdad, es que se lo curró. Una tarde me invitó al cine (eso era muy raro, porque allí cada uno se pagaba lo suyo, pero supongo que quería impresionarme), a ver La Gran Evasión, con Steve Mcqueen (que pasada de actor y de hombre, que pena que murió tan joven, aunque así siempre será joven en mi memoria), y estuvimos toda la peli haciendo manitas.
Una tarde, por fin me decidí a llevarlo a un guateque, y fue muy bien recibido por toda la pandilla, pero sobre todo, por las chicas, que las muy lobas se lo comían. Cuando fue la hora de irme a casa, al pasar por una zona oscura, me abrazó, y me dijo que entreabriera la boca. Yo me moría por que me besara, y me temblaba todo el cuerpo. Entonces, sucedió, me pegó un beso de película. Aún lo recuerdo, no por que fuera el mejor, sino porque eso marcó un antes y un después en mi vida, y también porque como ya le había presentado, ya no me necesitaba, con lo que a partir de ese día, se dedicó a ligar con todas y ahí me quedé yo compuesta y sin ligue. Vamos, que fue debut y despedida, je je je .
Hoy me despido, mañana más, que seáis muy felices
¡¡Que risa !!!! Como se ven las cosas ahora, en la distancia....Pero que felicidad de inocencia.....
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